viernes, 14 de diciembre de 2012


APOLO Y DAFNE

Apolo no tuvo suerte en el amor, no sólo lo rechazó Casandra, sino muchas otras mujeres, tanto mortales como inmortales. Tampoco con los muchachos. Estos fracasos quizá se debieron a que Apolo se había burlado un día del Amos y de sus artes, Apolo tras haberle dado muerte a la terrible serpiente Pitón, se atrevió a reírse de
Eros, el hijo de Adrodita.
Eros decidió vengarse y preparó ciudadosamente sus tiros, escogió dos flechas: una del amor y del desdén. Con la primera clavó el amor en el pecho de Apolo y con la segunda el desamor en el de Dafne. Dafne había escogido seguir los pasos de Artemisa y dedicarse a la caza y a la vida en los bosques sin tener ninguna relación con los hombres.
Apolo sintió cOmo de repente serguía dentro de é un amor devastador por aquella hermosa muchacha y comenzó a perseguirla día y noche, buscándola sin descanso.
Dafne se sentía hastiada y rechazada una y otra vez al dios. Apolo enamorado sin remedio continuaba solicitando su amor, quiso tomarla por la fuerza y la ninfa comenzó a correr huyendo de el. Dafne agotada por la zarrera imploró ayuda a Artemisa, su diosa protectora y le dijo:
-¡Diosa de la libertad y Naturaleza, ayúdame! ¡Haz que Apolo nunca pueda conmigo satisfacer su deseo!
Artemis quiso que Dafne entrase a formar parte para siempre de los bosques que ella tanto apreciaba.
Apolo llegaba a alcanzarla y entonces sus cabellos empezaron a convertirse en alargadas hojas, sus brazos en ramas, su tronco en corteza, sus pies en raíces y Dafne quedó convertida en un bellísimo árbon, el Laurel.
Apolo sollozaba abrazado a su tronco mientras sentía que las ramas le rozaban la cabeza como acariciandole.
A partir de entonces, Apolo coronó su cabeza con hojas de laurel.
A lo largo de los tiempos las coronas de laurel han cubierto las cabezas de los héroes y los campeones, los cabellos de inmortal  Apolo no encanecen nunca y tampoco las hojas del laurel se secan y mantienen su verdor.

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